Jannis carga con problemas
Una mañana, Jannis se levantó muy temprano, preparó un café y se arregló para ir a trabajar. Salió con un costal lleno de problemas de la casa, no se dio cuenta pero todos los demás en el pecero cargaban también uno de esos. Antes de entrar al local donde trabajaba dejó su costal y tomó otro que ahí le esperaba en la entrada; “Problemas del trabajo”. Tomó su nueva carga y después de cubrir el turno teniendo que soportar, detrás de un inerte aparador, a clientes pervertidos, señoras llenas de frustración y odio; gente miserable en todos los sentidos respiró profundo... tan pronto salió dejó los problemas laborales, tomó la carga anterior y se dirigió a la escuela, cambió también ahí su saco por uno titulado “Problemas de la escuela”. Y entró a escuchar parloteos de algunos homínidos con deficiencias intelectuales y éticas que traían a espaldas un par de sacos viejos y pesados, al frente portaban un gafete de profesores. Ellos hacían que lo que debía aprender sonara más difícil de lo que en realidad era, representaban un obstáculo entre su necesidad de aprender, su talento, su inexperiencia y lo escrito en los libros. Debió haber sentido que la clase de ese día fue un desperdicio de vida.
Al llegar al hogar se dio cuenta que el fastidioso empleo y la mediocre escuela le habían abrumado tanto que se olvidó de los problemas de la casa, lo que le trajo muchos reproches apenas al abrir la puerta (quizá sólo una amable bienvenida hubiese reparado su día pero… no), así se dirigió a la cama sin querer recordar nada.
Al siguiente día, intentó repetir la rutina. Pero al llegar al trabajo le despidieron: “No cargaste con los problemas de aquí, (le dijeron) los has dejado al salir y alguien los ha tomado por ti. Estás despedida”. Triste, caminó hacia la escuela donde fue recibida con la noticia de que los profesores le vieron dejar el costal de problemas de la escuela: ¡en la escuela!, esperaban ellos que los estudiantes cargaran excesos sólo por su voluntad, por tanto había sido reprobada y contaba con una advertencia, que más parecía amenaza, para el siguiente semestre.
Sintió no tener a dónde ir. Lo mismo había pasado días atrás con su costal lleno de problemas del noviazgo.
Se preguntó qué había hecho mal. ¿A caso nuestros hermanos por tener costales muy pesados tienen el derecho a exigirnos cargar igual?, ¿Acaso no puede haber momentos en que no debamos cargar más de un costal?, ¿o no cargar ni siquiera uno?, ¿acaso no sería más fácil cargar de a poco entre todos y aminorar la carga de los demás?
“¿Pues de qué trata la vida?” murió preguntándose en voz alta mientras se lanzaba desde un puente hacia los fatales autos de la ciudad apenas iniciado el jueves.